Usted es un gran empresario con numerosas personas a su cargo, o un alto funcionario con subordinados a su disposición, y necesita enviar una carta a García. Llama a un empleado y le dice: “Quiero que entregues este mensaje a García”. El empleado agarra el sobre que usted le da y se marcha sin preguntar ni decir nada más.
Quien conozca la famosa historia del “mensaje a García” entenderá lo anterior pero quien no haya oído hablar del tema se mostrará perplejo por la resolución del empleado sin haber obtenido más datos, más información sobre el “García” a quien entregar el mensaje. Lo normal sería preguntar “a qué García”, “dónde está ese tal García”, “de cuánto tiempo dispongo”, etc, etc. Con posterioridad, el empleado podría regresar y alegar que “no lo encontré”, “se me olvidó entregar el mensaje”, “me perdí”, “se me rompió el automóvil”, etc, etc.
Pues bien, el hecho narrado es real, según nos cuenta Elbert Hubbard en el artículo que escribió hace más de cien años sobre un suceso que hizo inclinar el resultado de la guerra de Cuba a favor de los Estados Unidos y en detrimento de España. Dicho artículo (que ha dado la vuelta al mundo por su alto valor de la autosuperación) narra lo siguiente:
En 1895, previo a la guerra hispano-norteamericana por Cuba, el presidente McKinley necesitaba enviar un mensaje al jefe de los rebeldes cubanos, Calixto García, que se encontraba oculto en las selvas montañosas de la isla. En la Casa Blanca, McKinley requirió a su jefe de gabinete, Arthur Wagner, para que buscase a quien pudiera entregar un mensaje a García. Llamó al teniente Andrew Summers Rowan y el presidente le dijo: “lleve usted este mansaje a García”. Rowan lo introdujo en una bolsa impermeable, salió del despacho y, días después, atravesando el mar y luego las montañas cubanas localizó a García y entregó el mensaje.
No preguntó a qué García ni dónde. Agarró el sobre y lo entregó. ¿Sabrían sacar ustedes mismos la moraleja de este relato? Disponer de un “Rowan” en cualquier empresa es garantizarse competitividad y buenos resultados. Nadie despide a una persona así. Ésta es la clase de hombres que se necesitan y a los cuales nada puede negarse. Son tan escasos y tan valiosos que ningún patrón consentirá en dejados ir. A un hombre así se le necesita en todas las ciudades, pueblos y aldeas, en todas las oficinas, talleres, fábricas y almacenes. El mundo entero clama por él, se necesita, urge… el hombre que pueda llevar un mensaje a García.
La industria pierde millones de euros a causa de las disculpas de los incompetentes: “Se me olvidó”, “No vi”, “No me fijé”, “Se me pasó”, “Tuve mala suerte”, “No me acordaba”, … (La breve narración original del “Mensaje a García” en formato pdf AQUÍ)
No os perdáis: Operación Northwoods, Historia del Océano Pacífico y La expedición filantrópica de la vacuna o El sesgo del superviviente.