Regalo de Navidad para un amigo: Cuando los instrumentos de que dispone nuestra tecnología escudriñan el universo, se observa que todos los elementos químicos de la materia que encontramos a nuestro alrededor son los mismos, y en la misma proporción, que los detectados en lo más profundo del cosmos. Incluso las leyes naturales que se cumplen aquí también actúan allí. Por lo tanto, no parece descabellado suponer que cualquier tipo de vida alienígena, por muy diferente del nuestro que fuese, tendrá que basarse, forzosamente, en los elementos que ya conocemos. La Tabla Periódica de la materia del universo es muy tozuda.
Seres inteligentes basados en “algún tipo de energía” no tendrían sentido en un cosmos evolutivo desde los elementos físicos. De alguna manera dichos seres contravendrían las leyes de la naturaleza, por lo que esa línea de razonamiento no conduce a nada, al menos dentro de este universo.
Nos quedan las múltiples combinaciones de átomos capaces de combinarse de tal manera que consigan crear una réplica de sí mismos tomando otros elementos de su alrededor. La base de la vida en la Tierra es el Carbono. ¿Sería posible otro tipo de vida inteligente basada, por ejemplo, en el Silicio? Podría ser. Aunque con nuestras sondas hemos descubierto materia orgánica en Titán y también hemos observado gran cantidad de moléculas orgánicas en torno a otras estrellas. Lo cual indica que la línea más probable sobre la que especular es la del Carbono (ello no descarta otras vías pero serían, ciertamente, mucho más improbables y, con las grandísimas adversidades con las que se ha tenido que encontrar la vida orgánica, casi imposibles).
La vida en la Tierra goza de miles y miles de especies, absolutamente todas basadas en el Carbono y las famosas cadenas replicantes de ADN y ARN. Sin embargo, sólo una ha llegado a considerarse “vida inteligente”, el homo sapiens sapiens, quien se ha dotado de una tecnología capaz de intentar contactar con otras posibles inteligencias del Cosmos. Ahora bien, la cadena de “casualidades” (como el choque que produjo la Luna y nos la dejó como un gran regulador climático) y la secuencia temporal desarrollada en mi post “Vida extraterrestre” dificultan en extremo, no sólo la aparición de vida, sino mucho más, que ésta se desarrolle hasta llegar a la inteligencia.
La condición antropomórfica es fundamental para llegar a desarrollar un cerebro capaz de procesar los descubrimientos: Un ser vivo, inteligente, debe
saber construir herramientas (de otro modo nunca podrá crear una nave espacial), debe habitar en un planeta con un largísimo período de estabilidad para permitir la evolución (cosa que sólo sucede en las estrellas parecidas al Sol o enanas rojas). Un ser inteligente debe tener sus partes vitales concentradas (el hombre tiene boca, nariz, oídos, ojos y cerebro en la cabeza) y protegidas. Si los órganos vitales estuviesen esparcidos, digamos, por las ocho patas de un pulpo, cualquier accidente mínimo acaba con su vida, lo cual es muy pernicioso para su evolución.
Un ser inteligente necesita movilidad. Una planta no podría construir radiotelescopios, por lo tanto necesitaría patas. ¿Cuántas?, las justas para poder sostenerse mientras utiliza alguna para esas actividades creativas. La rémora de un exceso de patas es contraevolutiva. Si necesitamos fijar nuestra atención, la visión bifocal es fundamental, y la energía que gastamos en nuestras células debe reponerse fácilmente con un sistema de irrigación. Puedo seguir enumerando cualidades que defiendan el principio antrópico, pero voy a mencionar las dificultades ambientales.
¿En qué tipo de planeta habría de habitar una comunidad de seres inteligentes? Naturalmente, sabemos que el nuestro es ideal por su situación, tamaño e historia. Ese privilegio ha dotado a una única especie de inteligencia, recorriendo la línea más probable en muchísimo tiempo de evolución.
La exposición de todo lo anterior, junto con el detalle explicado en el referido post “Vida extraterrestre”, conduce (que no demuestra) a una conclusión más que probable: Puede que seamos la primera civilización tecnológica del universo. Después de todo, hemos aprovechado al máximo la secuencia temporal; y aún así el azar marca nuestra propia existencia:
[…] Y ahora vamos a analizar qué acontecimientos han llevado a la especie humana a la inteligencia dentro de nuestro sistema solar, por si esos acontecimientos pueden ser repetidos en otros sistemas estelares.
La vida en la Tierra existe desde hace miles de millones de años, pero la vida inteligente, en esa escala, sólo está en vigor los últimos “cuatro días”. De manera que, en un sistema como el solar, que cumple ajustadamente las secuencias de evolución cósmica, la vida inteligente emerge muy al final del período de los 14.000 millones de años. Aún así, ha tenido que darse la “casualidad” de un meteorito que extinguiera a los dinosaurios para dar paso a los mamíferos. Darse la “casualidad” de tener un satélite (la Luna) desproporcionadamente grande para que sirva de regulador climático; sin ella no habría vida inteligente en la Tierra. También tiene que darse la “casualidad” de un planeta a la distancia adecuada de la estrella para que el agua se pueda encontrar en los tres estados (sólido, líquido y gaseoso). Hay más casualidades, pero con esas hay bastante para lo que intentamos dilucidar.
Visto todo lo anterior, nada sugiere que pueda haber una civilización extraterrestre. Otra cosa es que pudiera haber algún planeta (todavía desconocido) con algún tipo de vida primitiva, pero estadísticamente es extremadamente improbable que haya llegado a un desarrollo tecnológico. Lo cual no cuadra con la cantidad de avistamientos ovnis, de todo tipo, tamaño, color y tecnológico, que nos encontramos.
Si hemos de razonar, basándonos en los datos, en que es muy difícil que haya otra civilización fuera del sistema solar, muchísimo más difícil ha de ser que haya una multitud de civilizaciones tecnológicas. Pero aún admitiendo este último caso, ¿en qué sería la Tierra tan atractiva para civilizaciones tan avanzadas que las hace pasearse por nuestro planeta a diario? […] extraído de Vida extraterrestre.
Después de todo lo escrito, lo de menos es el aspecto antropomórfico de una posible especie extraterrestre. Quizá no haya venido mal para volver a recordar lo meritorio de la vida en la Tierra. Cuando se contemplan las probabilidades, al ser tan escasas fuera de nuestro planeta, nuestra propia inteligencia debe pedirnos una prueba extraordinaria a cualquier afirmación extraordinaria. Somos escépticos y por esta condición hemos llegado a conquistar el espacio. Cuando se es creyente, sólo se puede conquistar el cielo, que es muy distinto.
Relacionados: Vida extraterrestre, Misterios del Universo (I), Límites del Universo, LCH y agujero negro, El fin del mundo y Adiós a la Luna.
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