Hace cinco años, nuestro amigo Anaxícrates puso en evidencia a los que se aferran a la idea de dios sólo porque alguien tuvo que haber creado todo esto, o porque, si ven cabelleras de distinta longitud, tiene que haber peluqueros… pero se equivocan los creyentes. Disfruten de la didáctica y maravillosa explicación de Anaxícrates:
‘’’La existencia de peluqueros no se deduce del largo del cabello que tenga la gente. Si quiero demostrar que hay un peluquero voy, lo muestro, y digo “aquí está”. Pero supuestamente dios no tiene esa propiedad. Hay otras cosas que tampoco tienen tal propiedad, como los átomos, por ejemplo.
¿Entonces en que se diferencia la teoría atómica de la teoría (la cual tomaré como ejemplo de afirmación de la existencia de algo que no puedo demostrar por la simple observación) de la existencia de dios? Veamos:
La teoría atómica, o sea la afirmación de la existencia de átomos, se deduce de ciertos fenómenos positivos como que la ley de proporción es constante. La existencia de dios no se deduce de ningún fenómeno positivo. Ni aún la presencia de un milagro es suficiente, porque puesto a romper el orden natural, como por ejemplo, que un muerto resucite, esto no implica que haya dios, y menos un dios específico. Bajo el supuesto que fue un dios el que embarazó a María ¿Quién asegura que fue el dios bíblico Jehova? La Biblia dice que hubo un ángel mensajero y que hubo un tal espíritu santo, pero ángeles y espíritus más o menos santos existieron y existen en otras religiones. ¿Y si fue Vishnu?
La teoría atómica, acepta, por el hecho de ser científica, que ciertos cambios y rectificaciones pueden hacerse de acuerdo a lo observado. Por eso tiene una historia donde nuevos datos fueron dando nuevos modelos.
La afirmación de la existencia de dios no funciona así. Ningún hecho observado modifica las premisas: se dice que dios es bueno, pero un niño con cáncer de huesos, donde dios podría hacer algo, no modifica ni la presunción de bondad ni la de onmipresencia.
Como ya dije, las modificaciones a los modelos atómicos se hacen por la observación positiva de fenómenos concretos. Las propiedades que se le atribuyen a dios, no. Son deducciones que salen de la mente de algún rabino, cura, papa, chamán, al que hay que creer por autoridad o, muchas veces, porque disentir te cuesta la vida.
La teoría atómica resiste la diversidad cultural, como el cálculo diferencial o las leyes de Newton. Se cumplen mediante demostración, sea quien sea el que la anuncia, el que la demuestra, el observador y el lugar del planeta en que se haga.
Con dios no pasa lo mismo. Dios tiene cabeza de elefante para los hindúes, mandó de profeta a Mahoma para los islámicos, tuvo un hijo hecho hombre para los cristianos, y así sigue sin que nadie pueda dar prueba concreta o lógica de lo que se anuncia, si es o no verdadero.
Por resistir la diversidad cultural no hay japoneses con un modelo de átomo y nepaleses con otro. De la misma manera, la derivada de ‘e’ elevado a ‘x’ es ‘e’ elevado a ‘x’ tanto en México como en Paquistán. Todos hacen las afirmaciones no porque alguien se lo imponga sino porque la lógica y la experiencia (en este caso la primera) así lo dictan.
La idea de dios es exactamente distinta: se la impone desde niños, sea cual sea la religión y el dios adorado, se presiona hasta con la muerte si no se obedece a creer, y si luego de todo eso, ya crecidito el niño, se da cuenta de la patraña, se lo aísla socialmente, en el mejor de los casos.
En última instancia, hay desarrollo tecnológico que avala la teoría: una antigua TV con tubo de rayos catódicos no podría funcionar si la teoría atómica es incorrecta, y ni qué decir de los aparatos más avanzados. ¿Quieres la prueba de la existencia de átomos? enciende la TV y, si funciona, luego comienza a estudiar qué relación hay entre uno y otro.
No hay nada en el mundo natural, ni en el tecnológico que presuponga la existencia de dios. Sabemos de las estructuras complejas de los seres vivos, por un largo proceso evolutivos del cual conocemos gran parte de los mecanismos, sabemos de las estrellas, porque sabemos cómo comenzó todo en el Big Bang, y si no saber lo que hubo antes hace presuponer la presencia de un dios, es indudable que tal ente es totalmente distinto a los alfeñiques que andan embarazando palestinas vírgenes, o convirtiéndose en lluvia de oro para follar con una linda mujer.
Entonces ¿Qué queda de dios si su existencia no puede ser demostrada por el simple mecanismo de mostrarlo, ni por la lógica, ni por la experiencia, ni por ningún hecho fáctico concreto? Pues queda la fe. ¿Qué es la fe? Pues la negación de la lógica, los hechos fácticos, la experiencia y todo lo que se interponga a la necesidad psicológica de creer.
¿Puede ser dios el producto de una necesidad psicológica? Todas las evidencias apuntan a ello. ¿Es la teoría atómica producto de una necesidad psicológica? Pues en cierta manera sí: de la necesidad psicológica y biológica de encontrar explicaciones al mundo natural. Pero la existencia de los átomos en sí misma, no es producto de ninguna psicología, no hay necesidad de creer y menos de tener fe en ellos’’’.
Más de Anaxícrates: En busca del unicornio, Anaxícrates no era griego, Teoría de la Evolución (I) y Teoría de la Evolución (II). Y también el estudio Neurología: “Dios no existe”.
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