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Archive for 12 de febrero de 2009

EL NOMBRE DE DIOS

Salvador Freixedo fue sacerdote jesuita durante 30 años hasta que “vio la luz”. Se dejó de monsergas y, aunque es un defensor de la existencia de inteligencias extraterrestres (con las mismas pruebas por las que no defiende el cristianismo), nos deja muy buenas reflexiones y estudios en su libro “Cristianismo, un mito más” (Ed. Posada SA, México, 1987, páginas 45-48). Además, téngase en cuenta que, de los libros sagrados” no se conserva ningún manuscrito original, sólo traducciones de copias y otras traducciones.

 

freixedo2“(…) Por mucho tiempo el texto de la mayor parte del Antiguo Testamento estuvo escrito en pergaminos en los que no había separación entre capítulos, ni entre párrafos, ni entre palabras. Era todo un mazacote ininteligible de letras mayúsculas. Y lo más grave de todo: las letras eran todas consonantes, porque los escritos hebreos no tenían vocales; sencillamente había que irlas adivinando. Imagine el lector que su biblia actual estuviese

escrita así: NLPRNCPCRDSLCLLTR.

 

Para el que sabe cómo comienza la biblia, no resulta muy difícil intercalar las vocales apropiadas y caer en la cuenta de que ese mazacote de consonantes puede ser leído así:

ENELPRINCIPIOCREODIOSELCIELOYLATIERRA. Pero el que se enfrenta con todas esas letras por primera vez, puede con el mismo derecho leerlo así: NIELPRINCIPECUERDOSELUCEALAALTURA… o de cualquier otra manera que él se imagine. Y este estado de cosas duró bastantes siglos. Esta ha sido precisamente la causa de la diferencia en los dos nombres que en la actualidad se le dan a Dios en las diversas biblias. Ciertos sectores protestantes más conservadores y los Testigos de Jehová —entre otros— tienen como algo sagrado el nombre de Jehová, mientras que para otras denominaciones protestantes más cultas y para los católicos, este nombre es un positivo error y en vez de él usan el de Yahvéh (simplificado en Yavé o Javé).

 

La razón de esta diferencia (que para los fanatizados «jehovistas» tiene una enorme importancia) es precisamente lo que estamos diciendo. Por carecer de vocales los códices antiguos hebreos y por no pronunciar jamás el nombre sagrado de Dios (Yahvéh) pronunciando en su lugar el nombre de Edonay (que significa Señor), con el paso de los años el pueblo hebreo se fue olvidando de las vocales que había que colocar entre las consonantes J (o Y)HVH y terminó por no saber cómo se pronunciaba el nombre de Dios. Cuando hacia el año 600 los rabinos le pusieron las vocales Letras Hebreas de Yahweh correspondientes a todo el texto bíblico del Antiguo Testamento, en vez de intercalar las vocales originales A E, intercalaron las vocales de la palabra que venían pronunciado hacía siglos, es decir, las vocales EOA de Edonay, resultando de ello la palabra Yehovah o Jehova; y así se siguió haciendo durante mucho tiempo, hasta que en el siglo pasado los escrituristas más famosos -protestantes, católicos y judíos- se pusieron de acuerdo en que el nombre «Jehová» era un error. Pero la ciencia llegó tarde porque ya para entonces muchos videntes e iluminados habían tenido apariciones e inspiraciones en las que «el mismo Dios les había hablado de la sacralidad del nombre de Jehová» (esto es, ¡la hipótesis confirmada por la propia hipótesis! –N. del blogmáster)letras-yave1

 

Si esto ha pasado con una de las palabras más importantes de la biblia, imagine el lector lo que tiene que haber pasado con miles de otros pasajes menos importantes. Por su parte las traducciones griegas y latinas más antiguas tenían sus vocales correspondientes, pero los códices estaban escritos sin separación entre las palabras y sin signos ortográficos, lo cual era fuente de muchos errores a la hora de interpretar el texto. El clásico ejemplo «RESUCITONOESTAAQUI» puede ser interpretado: ¡RESUCITO!; ¡NO ESTÁ AQUÍ!, o también: ¿RESUCITO? ¡NO!; ¡ ESTÁ AQUÍ!, etc.

Éstas son sólo algunas de las muchas razones para las más de cien mil variantes de que hablábamos anteriormente.

 

Porque hay más razones, derivadas fundamentalmente del propio lenguaje antiguo y ya perdido que se usó en muchos de los textos y debidas también a los naturales errores de los copistas que por horas y horas cumplían la tediosa tarea de reproducir a mano viejos y enrevesados manuscritos. En algunas ocasiones bastó que se hubiesen olvidado de poner un punto encima o abajo de la consonante o que lo hubiesen puesto abajo en vez de ponerlo arriba —error facilísimo de cometer— para que la palabra o el párrafo entero cambiasen por completo de sentido en el códice hebreo (…).

 

(…) Por eso apuntaba unas líneas más arriba, que es absolutamente risible el oír a muchos predicadores (…) esgrimir como una espada tal o cual palabra o verbo específico, como si estuviese todavía caliente, recién salido de los labios de Dios.”

Relacionados: Misterios de la Biblia (I), Misterios de la Biblia (II), Misterios de la religión, La vía hacia el ateísmo y La religión es un timo.

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