Hace unos días se celebró en Miami la final de la Super Bowl (el mayor evento deportivo de Estados Unidos). Y en el descanso amenizaron el ambiente dos impresionantes artistas latinas: Shakira y Jennifer López. Sin embargo, entre la comunidad cristiana siempre destaca algún gilipollas que pone en evidencia lo dañina que es la religión para la Humanidad.
Resulta que un tal Dave Daubenmire, de la derecha rancia radical, está preparando una demanda de 867 millones de dólares contra la NFL (organizadora del acto), porque, según él, el espectáculo del descanso en el que maravillaron al mundo tanto Shakira como Jennifer López fue un escándalo. El tipo dijo: “¿No podría haber sido calificado de pornografía? ¿Hubo alguna advertencia de que su hijo de 12 años —cuyas hormonas apenas han comenzado a funcionar— vería algo que podría causarle excitación sexual?, se pregunta Daubenmire. ¿Podría entrar en una sala de tribunal y decir: ‘Ver lo que se transmite en esa pantalla me pone en peligro de fuego infernal?«
No, Dave, no. Algo que lleva a la mayoría de la Humanidad a imaginarse el Cielo (contemplando ese espectáculo) no puede estar mal a los ojos de su “amigo” imaginario al que llama Dios. Al infierno se va de cabeza con actitudes tan retrógradas como las suyas. ¡Lástima siento por su hijo!
Busque usted abogados (hay muchísimos fanáticos como usted), recoja firmas, y presente la demanda. Y, en el hipotético caso de que el juez le diera la razón, entonces seré yo el que me enorgulleceré de poder ir al infierno acompañado de esas “maravillas” que nos da la vida y que la religión le impide disfrutar a sujetos radiactivos como usted y su gorra. Desde que leí las declaraciones de Stephen Baldwin, o a algunos jueces que aceptan las demandas por “herir sentimientos religiosos”, cada día me reafirmo en que solamente el Conocimiento acabará con las organizaciones religiosas (que todas viven del cuento y de gente simplista como este Daubenmire)
¿A alguien se le ocurriría acudir al juzgado por sentirse herido en sus sentimientos conservadores, liberales, socialistas, comunistas, agnósticos, ateos, ecologistas, animalistas, vegetarianos o esotéricos? ¿Verdad que sería ridículo? Pues Dios y la Patria mantienen este absurdo privilegio.
No os perdáis lo de Stephen Baldwin y lo de Juzgar sentimientos religiosos.
Aqui en Chile, a partir de las 22 hrs. los canales de tv están autorizados para transmitir programas para mayores de 18 años. Supongo que en la tierra del Sr.Daubenmire las cosas no deben ser tan distintas. ¿Que hace a esa hora su hijo viendo programación para mayores? Que dios mas infame, ¿como se le ocurre dar hormonas a un pobre querubín de 12 años y hacerlo pecar? Como dijo el gran Pablo Neruda: Podrán cortar miles de flores, pero jamás detendrán la primavera. Los procesos biológicos no se detienen, aunque millones de tarados junto a sus ejércitos de amigos imaginarios se opongan a ellos.
Además la solución estaba al alcance de un dedo, ¿no era más fácil apagar el tv?
NOTA DE SIESP:
Como diría Far Voyager, en todos los medios de comunicación hay siempre algún canal evangelista que se dedica a lavar cerebro, por eso si le molestan a ese sujeto los canales donde se puede disfrutar de lo que la vida nos da y la religión nos quita, siempre pueden permanecer en esos canales radiactivos. Así les va.
Aunque sea para mantener a las ovejas dentro del redil, también he oído a fundamentalistas de su tipo quejarse de que los ateos no les dejan realizar sus rituales en público y que se burlan de ellos pero no de los musulmanes, que el ateísmo no ofrece esperanza alguna de salvación, que verán desde el cielo cómo todos los que se han burlado de ellos son juzgados, y por supuesto el «toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es bla, nos». Gilipolleces las justas.
Rezaré a Mielikki, Nuestra Señora del Bosque, por él.
Lo que más gracia me hace de estos creyentes (de todos) es la apelación continua a la «salvación». Salvarnos ¿de qué?
Ellos se inventan un castigo (el infierno o similares), y luego se inventan cómo evitarlo: siguiendo sus preceptos.
La perversidad del montaje insulta tanto la inteligencia que, quien no la tiene, jamás podrá ser ateo.