Los acuerdos que muchos estados mantienen con la secta católica de Roma pueden ser denunciados y revocados para que los curas puedan seguir viviendo del cuento, pero pagándoselo ellos.
Y la mejor manera es tomar ejemplo de cómo lo hizo Francia el 9 de diciembre de 1905. Así lo contó hace unos días Nieves Concostrina en la Cadena SER:
‘’’Los gobiernos más ‘cobardicas’ no saben cómo afrontar la separación entre Iglesia y Estado. Y esto es lo que hizo Francia el 9 de diciembre de 1905, aprobar la Ley que separaba Iglesia y Estado. Viene bien hablar de ello porque ayer mismo fue esa fiesta religiosa que la Iglesia instituyó hace un siglo y pico, el dogma al menos, una señora inmaculada que concibió por arte de birlibirloque, y sólo dos días antes estuvimos celebrando la fiesta civil de la Constitución, esa en la que te da un ataque de risa cuando lees en su artículo 16 que vivimos en un estado aconfesional.
La Lay francesa, esa que se aprobó hace 114 años, viene a decir que cada uno es libre de practicar la religión que quiera, y como esa religión es una cosa tuya, te la pagas tú, no te la pago yo. Esta Ley tiene dos grandes principios recogidos en los dos primeros artículos. Uno, garantiza la libertad de conciencia y el libre ejercicio de la práctica religiosa, uno tiene derecho a adorar Dios, a Maradona o a Bob Esponja, y también el derecho a no adorar a nadie. Y el artículo segundo y fundamental principio de esa normativa es el siguiente: La República Francesa no reconoce ningún culto, no lo subvenciona, ni paga salarios a los religiosos.
No como en España, que decimos que ninguna confesión tiene carácter estatal, pero los curas viven como curas a costa del Estado. Y cardenales, esto enfada un poco, cardenales como Cañizares, que viven a cuerpo de rey y se permiten criticar al Estado que les paga, o jubilados como Rouco Varela que, por su condición de arzobispo, se empadronó en un ático de más de un millón de euros y no paga impuestos porque las residencias de curas y gerifaltes están exentas.
Lo anterior es en cuanto a sueldos y prebendas personales, por lo demás, el Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos subvencionan todo lo que haya que subvencionar: ¡paga el Estado, y luego cobran ellos (los curas) por enseñarlo!
En la Ley francesa del 9 de diciembre de 1905 se recogía por primera vez en Francia el derecho de alguien a decir “yo creo en esto o en lo otro, o no creo en ninguna milonga”. Hubo protestas aquellos días, porque la jerarquía católica quería seguir de fiesta pero que pagasen otros. Sin embargo, hoy ya es algo lógico, normal y natural. ¿Se consegurá en otros países?
Pues lo dicho, yo, como Siesp, no creo en ninguna milonga, y apoyo la libertad de culto siempre que cada cual se pague el suyo. Hace falta ya denunciar los concordatos con la secta católica de Roma, y que su dios los proteja, en lugar de hacerlo yo con mis impuestos.
Hay que leer: ¿Pero qué coño se ha creído Rouco Varela?, Y la Iglesia se opone, Prohibamos la secta católica, La Iglesia y la Biología, Contra la fe, ¡pensar!, Campaña de la Iglesia, La vía hacia el ateísmo, Misterios de la Biblia (III), Curas pederastas (II), Misterios de la religión y Curas científicos.