Hoy he realizado esta fotografía de una valla publicitaria, en España, en el siglo XXI. Yo sigo pensando que me gustaría más que dios se ocupase de mi cuerpo hoy debido a mis méritos de bondad y solidaridad en este mundo, porque para el alma ya intentaré hacer los méritos en el “más allá”. Un negocio en el que te piden sumisión hoy para “salvarte de no sé qué” el día de mañana, es fraudulento y debería estar perseguido (aunque con la gran cantidad de meapilas en el mundo, bastante tenemos en occidente con que no nos persigan a los ateos, cosa que ya hicieron en épocas de mucha incultura)
Lo más perverso de las religiones siempre fue el hecho de inventarse a un dios y, después, los inventores autonombrarse gestores de su “palabra” (pretenden ganar veracidad si se basa en textos antiguos). Modernamente, la perversión se enquista alrededor del cuello de los creyentes, privando de riego sanguíneo a su machacado cerebro con el viejo invento del “alma”.
¿Qué es el alma? Nada. No existe, por mucho que hayan tergiversado la noticia de Sir Roger Penrose en la que ponen en su boca la “demostración de su existencia”. Ni 21 gramos, ni cámara Kirlian, ni zarandajas. El negocio más fructífero del mundo siempre fue el de “pastorear almas” cuando lo que verdaderamente han hecho siempre los ensotanados es controlar cuerpos con esa excusa. De esta manera llegamos al siglo XXI con gran cantidad de curas que siguen imponiendo su anacrónica moral a la sociedad, con la inacción de los gobiernos de izquierdas porque la población es mayoritariamente subnormal todavía, o con la invasión de los derechistas decretando banderas a media asta en los cuarteles del ejército por la “muerte de cristo”. Hay que joderse.
Tengamos claros los conceptos: ¿A dónde van las “almas” de los perros? ¿Al cielo de los perros? ¿O es que esos animales no tienen alma? ¿Cuándo se introduce el alma en el cuerpo del hombre? Lo digo porque me cuesta mucho trabajo pensar que, cuando el hombre no era más que un arbóreo primate no tenía alma y ahora sí. ¿En qué momento de la Evolución decidió dios insuflar el alma al ser humano? ¡¡Ajá!! Resulta que los “libros sagrados” no se esperaban esto de la Evolución.
Aún así, la secta católica se apoya en la tradición, y haber incrustado en los genes de sus seguidores la idea básica de que “las cosas de dios se creen, no se razonan”. ¡Vaya, así cualquiera mantiene un negocio que no quiebra jamás! (el negocio de “cuidador de almas” o ensotanado): “Yo invento a un dios, y tú te lo crees. Yo invento un alma, y tú te la tragas. Y después me erijo en el que manipula tu vida para mayor gloria, no de dios -que no existe- sino de mi negocio”.
Para aclarar las cosas, disfruten de los 3 mejores minutos de “El ala oeste de la Casa Blanca”
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