Hace más de tres años publiqué mi artículo “Pirámides y cerebro”. Hoy ya va siendo hora de reeditarlo para las nuevas incorporaciones:
Cuando uno puede abstraerse de sus propios prejuicios y analiza los diversos acontecimientos con la máxima objetividad posible, aparecen las justificaciones de los desvaríos de la gente dedicada a considerar los “misterios” de la naturaleza como acciones atribuidas a dioses, entes superiores, extraterrestres, seres de otra dimensión o, incluso, a los muertos.
Desde siempre ha sido potestad de los dioses la posibilidad de atemorizar a los seres pensantes con acontecimientos a los que su intelecto coyuntural no puede dar una explicación. A medida que el homo sapiens sapiens descubría los motivos por los cuales un determinado “acontecimiento extraordinario” tenía lugar, la adjudicación de los hechos a un ser superior se derrumbaba. De esta manera el ocaso llegó a los dioses del trueno, de la lluvia, del viento, etc. El descubrimiento de las ondas electromagnéticas conllevó un avance en la tecnología aparejado al avance de la Física, y sucedían nuevos fenómenos con nuevas explicaciones. Ahora bien, estas explicaciones tan sencillas para el homo sapiens sapiens no lo son tanto para el homo ignorantus requeteignorantus. Es el caso de las denominadas psicofonías o parafonías.
En el párrafo anterior me he referido a ciencias físicas, pero ahora veamos el apartado para anormal de las ciencias sociales. Lo primero que nos encontramos es la complejidad de nuestro cerebro, capaz de efectuar la conjunción de millones de neuronas de diversas maneras para poder procesar los estímulos exteriores. Los diversos estereotipos se forjan en nuestro cerebro por la experiencia. Por ejemplo, estamos predispuestos a reconocer “caras” humanas en cualquier dibujo aleatorio, ¿por qué?, porque el ser humano, al nacer, lo primero que ve es una cara, bien de la comadrona o de la madre, y su mente no para de apreciar la multitud de caras de los familiares en sus primeros tiempos (muecas, posturas para hacerlo reír, etc.) Los mecanismos genéticos de defensa se activan cuando en determinado suceso no aparece una cara humana. Como dije en el post “Exorcismo y Ciencia”, tenemos los genes de los que huyen.
Pero nuestra actividad cerebral no acaba ahí (al menos la de una persona normal, cosa que no sucede con los vendemisterios). Cuando se estudia Historia, Arqueología, Antropología, Lingüística, Física, Astronomía, Sociología, Psicología y Filosofía se encuentra uno en mejor disposición de dar explicación a multitud de los fenómenos que los pazguatos mantienen vivos en el campo de la ignorancia, incluso no ya para vender sus panfletos sino, además, porque son unos ignorantes (el que más ha estudiado es Periodismo, fenomenal carrera de la que apartan uno de sus principales postulados, ofrecer información veraz, no manipulada en beneficio propio). Luego, imaginen la cantidad de individuos sin preparación alguna que pulula por las diversas revistas y emisoras de radio de nuestros países. Son “capaces” de interpretar los petroglifos a su gusto, sin que la Ciencia les conceda la razón, y acusar a los que saben de escépticos como si eso fuese un insulto.
Y llegamos a las delirantes interpretaciones de los pazguatos que, tras el verano, vuelven con renovadas fuerzas pero viejos argumentos falaces a sus tribunas. Por ejemplo, en el programa de radio “cerebro en blanco” de RNE todavía se asombran de que el ser humano construyera pirámides en la antigüedad en sitios tan distantes entre sí como Egipto, Mesoamérica, Camboya, Perú, etc. Su argumento es considerar a nuestros ancestros como subnormales a los que debieron ayudar desde el “exterior” para esas construcciones, o ¿cómo se les ocurrió construir así a tantas civilizaciones antiguas? Para explicar esto no hay que estudiar, lo mismo que para ser ignorante (tampoco hace falta estudiar). La propia naturaleza ofrece ejemplos de construcciones piramidales (las propias montañas), ¿por qué?, pues porque son las que más perduran. Si un volcán escupe lava y ésta se solidifica dejando una forma similar a una pirámide invertida, la inestabilidad y la erosión harán el trabajo de hacerla desaparecer rápidamente. Las vacas “sagradas”, las llamas, las vicuñas, los dromedarios,… (y los humanos) depositan sus excrementos generalmente en forma piramidal. Es la más estable debido a la gravedad de la Tierra. Entonces, ¿a qué viene tanto asombro para que en sitios tan distantes se construyan pirámides? Después de todo, los tipos de ejecución nunca son iguales. En Egipto se puede observar la secuencia evolutiva en las técnicas de construcción desde la pirámide de Zoser hasta la de Keops. No parece que, por “ciencia infusa” aprendieran a construir las pirámides de Giza.
Para finalizar, hemos ido sustituyendo los dioses del viento, de la lluvia, incluso el único y verdadero, por extraterrestres, espíritus y otras “energías”. Todo menos conceder al ser humano la posibilidad de evolución hacia el Conocimiento. Y entramos en la época del año donde los dibulghadores de ignorancia se hacen cansinos, repetitivos, y “lucen” las mismas explicaciones de siempre para fenómenos tan normales que produce vergüenza ajena contemplar la nula evolución en el campo del saber: volveremos a tener páginas y programas especiales sobre halloween, sobre la Navidad, sobre la Semana Santa, sobre los ovnis, y de ahí no hay manera de sacarlos porque, cuando un tonto coge una línea, la línea se acaba y el tonto sigue.
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