El usurpador de la Mezquita de Córdoba (España), el gañán y obispo de la ciudad, Demetrio Fernández, nos pone en bandeja (a los que utilizamos el cerebro) la debilidad de su secta católica. Hace tres días publicó en Aciprensa un artículo en el que “llamó a los fieles a no dejar de pedir a Dios por más llamados al sacerdocio y a la vida consagrada, pues una comunidad cristiana puede medir su vitalidad por las vocaciones que recibe y suscita para la edificación de la Casa de Dios».
Ahí queda eso. Un tipejo que se aprovecha de la ventaja de saber que no existe un dios de justicia que lo fulmine en el acto, sigue intentando alargar los tentáculos de esa nociva organización (la secta católica). Pero la sociedad no es tonta (al menos no del todo). Y los jóvenes van aprendiendo que más vale un buen polvo que una rancia sotana.
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