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Archive for 16 de octubre de 2011

Por Alberto Montt (gracias a Harb)

Hace un par de meses ha llegado a mi barrio un nuevo socerdote. Obvio es decir que no tengo el disgusto de conocerlo (como tampoco conocía al anterior). Y tengo a mis vecinos molestos por las normas que les está imponiendo.

Ayer, a las puertas de mi casa, tuvimos un grupo de vecinos una de esas frecuentes charlas cuando coincidimos a tirar la basura y siempre hablamos de cualquier cosa. Ayer tocó religión. Y es que uno de ellos le pidió el catecismo a otro cuyo hijo ya había hecho la primera comunión (para ahorrarse 12 euros que cuesta uno) y dejárselo gratis al hijo propio que comenzaba este curso sus dos años de catequesis.

A partir de ahora serán, en mi barrio, dos años de lavado de cerebro a los niños cuando antes eran tres. Y nos encontramos con madres enfadadas porque sus hijas harán su primera comunión el año que viene y ya llevan dos años dados y harán un tercero de catequesis cuando quienes empiecen ahora sólo darán dos. En fin, las cosas del cura nuevo que, además, ha mantenido las tasas a pagar (a pesar de la crisis económica) y obliga a los padres a asistir a reuniones re-evangelizadoras, además de luego obligarlos a leer la biblia en la celebración.

A las puertas de mi casa se formó una animada conversación entre catecismos, normas eclesiásticas del nuevo socerdote, etc. Entre las muchas cosas que se dijeron ninguno de mis vecinos supo explicarme por qué eran creyentes. Lo más coherente que dijeron es la eterna cantinela esa de que “algo tiene que haber”. No os aburriré con los detalles de todo lo que les dije (estaban embobados ante mi “sabiduría” comparada con la ignorancia de la que hacían gala porque, como siempre digo, ningún católico de “a pie” se ha leído la biblia, a lo mucho han dado catecismo, y yo, sí me he estudiado la biblia, por eso soy ateo).

El resumen de todo es lo que intenté hacerles ver: estuvimos hablando de todo excepto de lo que se supone que es “el mensaje de cristo”. Verlos pelear por lo humano y ni puñetera idea de lo divino. Y cuando entramos en materia bíblica no me aguantaron ni el primer asalto. El K.O. técnico era fulminante. Y como no podía (ni pretendía) hacerlos renegar de su fe, les hice una pregunta (de la que yo ya conocía la respuesta): ¿Quién da las clases de catequesis?

Me respondieron que las daban gente del barrio, gente voluntariosa que, a mi solicitud de detalles, me dijeron que no tenían ningún tipo de estudios, que no eran licenciados en teología ni matemáticas ni filología. Eran personas normales, el pescadero, la mujer del lechero, etc. Es la costumbre, otro de los “argumentos” que me decían mis vecinos cuando yo los enfrentaba a sus contradicciones por quejarse de algo (de las tasas, de las molestias, etc) que no es obligatorio. Yo no pude hacer otra cosa que demostrarles la barbaridad que significa dejar la inculcación de la fe de sus hijos a personas que no tienen ni puta idea de pedagogía y mucho menos de religión… ¡porque no conocen lo que llaman “sagradas escrituras”! Sólo conocen el catecismo y algunos textos (mínimos) que los socerdotes leen en sus misas.

Entre la costumbre, la inercia, el dejarse llevar por lo mayoritario, consiguen hijos pazguatos, los envían al matadero que significa cercenar su capacidad de razonamiento para sustituirla por una fe que equivale a sumisión a la charlatanería. Lo único que salió en claro es la admiración que desperté entre mis vecinos (me consta que me admiran)… pero no siguen mi ejemplo. No lo pretendo. Lo único que pretendía, y lo conseguí, fue disfrutarlos a mis anchas. Anoche dormí como un lirón y estoy seguro que ellos, si aún conservan algunas neuronas sanas, sintieron envidia por lo ignorantes que demostraron ser ¡ante ellos mismos!

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Cálculo rápido

Calculen rápido (sean honestos), sin pensar más de tres segundos:
Si tenemos 25 caballos de carreras y cinco pistas distintas, ¿cuántas carreras serían necesarias para saber cuáles son las monturas más veloces?

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