Anteriormente ya traté El fin del mundo aquí, y ahora, gracias a la aportación de Julen Rossi, podemos tratarlo desde otro punto de vista. En cualquier caso, los desastres de extinción global humana tienen menos probabilidad que los causantes de la destrucción de nuestra Tecnología.
“»¿EL FIN DEL MUNDO, O EL FIN DE NUESTRA TECNOLOGÍA? Muchas veces, y de muchas maneras, escuchamos hablar del «Fin de los Tiempos». Y en esto se confabulan las películas de Hollywood, la «prédica» de las distintas religiones, y los que medran económicamente para vendernos «misterios a la orden«.
Incluso la Ciencia nos pone «sobre aviso» acerca de un cambio catastrófico en el clima, y el calentamiento global desenfrenado, que se acerca al «límite del no retorno». Desde ya, que cuando hablamos seriamente del «Fin del mundo», nos referimos a «nuestro mundo»: a nuestra civilización. El Planeta no dejará de existir porque no estemos los humanos. Esta clase de pensamiento, tiene su anclaje en las teologías monoteístas, para las cuales «el Hombre» es la causa y consecuencia de la existencia misma del Universo. Dios creó el mundo con el único fin de servir a su «criatura estrella»: el ser humano. «Somos el centro de todo lo creado». Tal disparate lleva con facilidad a la concepción judía de «Pueblo Elegido», y del judaísmo se traslada al pensamiento cristiano, por tanto, si se extingue el Hombre, «el Elegido», se extingue el Universo entero, con todo lo existente.
No somos, por mucho, el centro del Universo, y nada cambiará cuando nos extingamos. Tal vez el mundo dé un gran suspiro de alivio simplemente. Pero hay muchas formas en las cuales, y sin extinguirnos totalmente, nuestra acción en la Tierra puede quedar muy disminuida, hasta ser intrascendente. Me refiero a la pérdida trágica de aquello que permite que hayamos llegado a ser 7.000 millones de personas: La tecnología.
Nuestra civilización depende de ella hasta tal punto que no podríamos sobrevivir como sociedad mucho tiempo si nos faltara. Unos apagones eléctricos de unas pocas horas demostraron ser catastróficos para las ciudades de los EE.UU. ¿Qué pasaría si un fenómeno astronómico, como una gran «tormenta solar», se ensañase con nuestras centrales de energía eléctrica? Peor podría ser el panorama si una gran «Supernova» estallase en las cercanías del Sistema Solar. El desastre sería doble: afectaría a la tecnología, al provocar un destructivo y poderoso Pulso Electromagnético que seguramente destruiría, literalmente quemaría los «microchips» que alimentan y controlan la tecnología; y sobre todo esto, los rayos gamma producirían fatales alteraciones en nuestro ADN, mutaciones impensadas para la continuación de la vida. En cuanto a la primera posibilidad, los astrónomos han previsto para 2013 un pico sin precedentes en la cíclica actividad solar. Ya en 1859 se produjo la mayor Tormenta Solar registrada y, en una época donde la única tecnología eléctrica era el Telégrafo, causó un sin número de inconvenientes, incluyendo incendios y cortes de líneas.
Y en cuanto a la segunda posibilidad, ya estamos estadísticamente «atrasados» desde la última Supernova (lejana, felizmente, a unos miles de años luz) ocurrida alrededor del año 1604. Estos fenómenos se producen en forma rutinaria en millones de Galaxias, y son descubiertos todos los años. Pero en nuestra Galaxia, La Vía Láctea, sólo se han producido cinco en los últimos 1000 años. Y no faltan candidatas que nos podrían dar una sorpresa desagradable: Aldebarán, Antares, Betelgeuse, Eta Carinae, Rho Casiopeiae son algunas de las estrellas que nos acechan.
Los tiempos astronómicos son muy dilatados para tener tanta mala suerte, pero alguno de estos días una de ellas estallará, no sabemos cuándo, pero lo hará. La Ciencia en todo caso está mucho más cualificada para decirnos cuándo podría ocurrir nuestro fin que los «vendemisterios», las religiones, y las películas de ciencia ficción. Los científicos que se ocuparon de estos temas creen que le llevaría a la Humanidad no menos de 100 años recuperarnos de los eventos relatados, y muchas de sus consecuencias podrían perdurar en el tiempo. No sería tan simple, porque se generarían grandes desordenes y guerras a nivel mundial, hasta lograr apaciguar la situación””.
NOTA DEL BLOGMASTER: ¿Y quién podrá ayudarnos contra todos estos peligros? La Tecnología en manos de gente pensante, nunca la derivación de responsabilidades en manos de gente creyente.
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