Hace tres veranos estaba yo en una caravana a gran distancia de la ciudad más cercana. Normalmente estaba muy oscuro de noche y, como había dado mi palabra de que no fumaría dentro, salí afuera a fumarme un cigarrillo a la 1 de la madrugada. Tras unos minutos de pie en la oscuridad me di cuenta de que podía ver mi mano con bastante claridad, cosa que me había dado cuenta que no podía hacer en noches anteriores, así que miré hacia arriba esperando ver el brillo de la Luna llena. Pero la Luna no estaba a la vista. Aunque había una larga nube brillante justo encima de mí. Los romanos la llamaban “el camino de la leche”, hoy la llamamos Vía Láctea.
Para aquellos que se perdieron esa lección en el colegio aquel día, los datos son básicamente estos: recordando que 1 año luz es equivalente a casi 10 billones de kilómetros, nuestra galaxia tiene un diámetro total de 100.000 años luz; nuestro sol está situado en uno de los brazos en espiral, a unos 26.000 años luz del centro de la galaxia y tarda unos 250 millones de años en completar una órbita alrededor de ese centro. En torno a la Galaxia, por encima y por debajo del disco, en un halo esférico, hay aproximadamente 200 cúmulos globulares con más de un millón de estrellas cada uno. La misma Vía Láctea contiene más de 200.000 millones de estrellas. Estas cifras son esenciales para entender lo que es una galaxia pero, cuando las consideramos, una parte de nuestra mente humana protesta “no puede ser”. Sin embargo un examen de las pruebas te lleva a la conclusión de que así es.
Y si llegas a esa conclusión en una oscura noche despejada y miras hacia arriba podrías ver algo que cambiará tu vida: vemos cómo es una galaxia desde dentro, desde nuestro sol. Con unos prismáticos, por cada estrella que vemos a simple vista, podríamos ver otras 100 a su alrededor todas flotando en una gran neblina azul, y con un pequeño telescopio bien enfocado verás lo que esa neblina es en realidad: más estrellas, como polvo, desvaneciéndose en lo que parece el infinito. Pero hay que tener los Conocimientos porque Ver es sólo la mitad.
Aquella noche hace 3 años yo descubrí una pequeña parte de lo que hay ahí fuera, el tipo de cosas, la escala de las cosas, la edad de las cosas, la violencia y destrucción, la terrible energía, la implacable gravedad, la abrumadora distancia… Pero me siento seguro porque sé que mi mundo está protegido por la misma distancia que otros temen. Es como si el Universo te gritara a la cara: “¿Sabes lo que soy, cuán magnífico soy y qué edad tengo? ¿Puedes siquiera comprender lo que soy? ¿Qué eres tú comparado conmigo?”. Y cuando sabes suficiente Ciencia puedes sonreír al Universo y responder: “Tío, yo soy tú”.
Cuando miré a la galaxia aquella noche supe que el más tenue centelleo de luz estelar era una conexión real entre mis receptivos ojos, a través de un estrecho haz de luz, y la superficie de otro sol. Los fotones que detectan mis ojos, la luz que veo, la energía con la que interactúan mis nervios, vinieron de aquella estrella. Pensé que nunca podría tocarla y, aún así, algo de ella cruza el vacío y me toca a mí. Podría no haberlo sabido nunca. Mis ojos sólo vieron un diminuto punto de luz, pero mi mente vio mucho más. Veo la invisible explosión de radiación gamma de estrellas gigantes convirtiéndose en energía pura por su propia masa, los destellos que brillaron en el otro extremo del Universo antes incluso de que la Tierra se formara. Puedo ver el brillo invisible de microondas de la radiación de fondo residuo del Big Bang, veo estrellas alejándose incesantemente a cientos de kilómetros por segundo y el espacio-tiempo curvándose a su alrededor. Puedo incluso ver a millones de años en el futuro que ese destello azul explotará algún día esterilizando cualquier sistema solar cercano en un apocalipsis que hará que la cólera de los dioses humanos parezca lamentable en comparación. Fue de esta destrucción de la que yo fui creado. Las estrellas parecen morir para que yo pueda vivir; yo surgí de una supernova y tú también.
A la luz de este incuestionable hecho, este inamovible conocimiento, esta verdad parcial pero instructiva, ¿en qué lugar quedan, en el siglo XXI y posteriores, las afirmaciones mágicas de las religiones organizadas?
Las primeras religiones fueron primitivas por definición. Por razones de población y comunicación limitadas y geografía plana nunca lograron que fuera nada más que un asunto local; pero las religiones mutaron con el tiempo y se hicieron más sofisticadas a medida que cada generación de hombres sagrados aprendían lo que funcionaba y lo que no, lo que hace a la gente obediente, o lo que provoca rebeldía, de qué ideas puede la gente escapar fácilmente y cuáles la aterrorizan hasta tener que rezar para detener el persistente miedo.
Cuando las poblaciones crecieron, debido al lento pero firme avance del Conocimiento como en una increíble proliferación, las religiones comenzaron una carrera armamentística entre ellas. Desde los dioses del viento, el trueno y el mar, las amenazas, incentivos, y la escalada de reivindicaciones de poder hasta que cada religión organizada dominante tuvo un dios que era todopoderoso, misericordioso, que todo lo veía y palabras como infinidad y eternidad son empleadas de forma barata, mientras las demás palabras están a merced del abuso hasta que significan exactamente lo que las religiones quieren que signifiquen.
Aquella noche bajo la Vía Láctea, yo que lo experimenté, no puedo llamarlo una “experiencia religiosa” puesto que sé que no fue religiosa en ningún sentido. Yo pensaba en hechos y en Física, tratando de visualizar lo que hay, no lo que me gustaría que hubiese. No hay una palabra para estas experiencias de revelación científica y no mística; la razón es que cada vez que alguien tiene un “orgasmo mental” como éste, la religión lo roba diciendo: “¡Oh! Has tenido una experiencia religiosa”, y los espiritualistas harán la misma mierda. Y ambos bandos se enfadan cuando un ateo como yo te dice que sólo he tenido esa clase de experiencias después de rechazar todo lo sobrenatural. Sin embargo admito que después de esas experiencias, los momentos en que la realidad me golpea como un billete de lotería premiado, a menudo pienso en la religión y en lo afortunado que soy por no ser religioso.
¿Quieres saber algo sobre dios? Muy bien. Ahí está la Galaxia. Si dios existe, dios hizo eso. Míralo, enfréntate a ello y acéptalo. Amóldate a ello porque esta es la verdad y probablemente no va a cambiar demasiado. Así es como dios funciona. Dios seguramente querría que lo miraras, que aprendieras de ello, que intentaras comprenderlo; pero si no sabes mirar, si no vas tan siquiera a intentar comprender, ¿qué dice eso de tu religión? Como dijo el obispo Lancelot Andrews una vez: “Cuanto más cerca de la Iglesia, más lejos de Dios”. Quizá necesitas alejarte de la mezquita, alejarte de la iglesia, de los curas e imames, alejarte de los libros para tener alguna oportunidad de encontrar a dios. Exprime una fracción de la galaxia en tu mente y entonces tendrás una mejor idea de lo que estás buscando.
Comprender sólo parcialmente la escala de una sola galaxia es casi desaparecer, y cuando recuerdas las otras galaxias encoges 100.000 millones de veces más aún. Pero entonces recuerdas lo que eres. Los mismos hechos que te han hecho sentir tan insignificante también te dicen cómo llegaste aquí. Es como hacerse más real. O quizá el Universo se hace más real. De repente encajas; de repente perteneces a ello; no tienes que hacer reverencias y no tienes que mirar a otro lado. En esos momentos todo lo que tienes que hacer es acordarte de seguir respirando.
El cuerpo de un recién nacido es tan viejo como el Cosmos. La forma es nueva y única pero los materiales tienen 13.700 millones de años de edad, procesados por fusión nuclear en las estrellas, moldeados por el electromagnetismo. Palabras frías para procesos increíbles. Y aquel bebé eras tú. Eres tú. Tú eres increíble. No sólo estás vivo sino que tienes una mente, ¿qué tonto cambiaría esto por cualquier billete de lotería premiado jamás impreso? Cuando comparo lo que el Conocimiento Científico ha hecho por mí con lo que la religión ha tratado de hacerme a mí, a veces literalmente me estremezco. La religión le dice a los niños que podrían ir al infierno y que deben creer, mientras que la Ciencia le dice a los niños que provienen de las estrellas y les ofrece razonamientos que sí pueden creer. Le he hablado a muchos niños sobre las estrellas, los átomos, las galaxias, el Big Bang… y nunca he visto miedo en sus ojos, sólo asombro y curiosidad. Quieren más. ¿Por qué los niños nadan en ello mientras los adultos se ahogan? ¿Qué le sucede a la realidad entre nuestros primeros años y la edad adulta? ¿Podría ser que alguien nos prometió algo tan hermoso que nuestro universo parece aburrido, vacío, incluso aterrador en comparación? Aún podría haber sido hecho por un creador de alguna clase, pero la religión ha conseguido que parezca feo.
La religión lo pinta todo, menos a sí misma, de impuro y pecaminoso mientras que embellece y dignifica sus errores, mentiras e intolerancias, como un cerdo luciendo sus mejores galas. En sus esfuerzos por impedirnos afrontar la realidad, la religión se ha convertido en la realidad que no podemos afrontar. Mira lo que la religión nos ha hecho hacernos a nosotros mismos y a los demás. La religión nos ha robado nuestro amor y lealtad para dársela a un libro, a un padre telepático que le dice a sus hijos que el amor significa arrodillarse ante él. Yo no soy padre pero digo que esos niños van a acabar hechos un lío, no puede ser sano para un niño o una especie. Se nos dijo hace mucho tiempo y durante mucho tiempo que sólo existía la Tierra, que éramos el centro de todo. Eso resultó ser falso y aún no nos hemos acostumbrado del todo, aún estamos en shock. El Universo no es lo que esperábamos que fuese, no es lo que nos dijeron que sería. Esta comprensión cósmica es nueva para todos nosotros, pero no hay nada que temer. Aún somos especiales, aún estamos bendecidos y aún podría haber un cielo, pero no va a ser perfecto y vamos a tener que construirlo nosotros.
Si tengo algo que pudiera ser llamado alma que necesitara salvación, entonces la Ciencia la salvó de la religión.
Nuestro amigo Anaxícrates nos hizo llegar este maravilloso vídeo de Phil Hellenes y le doy las gracias. Me ha llevado su tiempo transcribirlo, y confío en que lo hayáis disfrutado como yo.
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