Lo que no puede ser, no puede ser. Y además es imposible. Alguien que no recuerdo pronunció esta sentencia, y es la misma que aplico yo hacia los vendemisterios de los diversos medios de comunicación. Hay dos clases de vendemisterios: Los que viven de esto, y los que se dejan la vida en esto sin beneficio alguno.
Entre los primeros nos encontramos a quienes “gozan” de alguna publicación a nivel nacional o de programas “de misterio” por grandes cadenas de radio y televisión. Estos vividores tienen sus buenas fuentes de ingresos bien consolidadas, siempre basadas en un público nada exigente, nada escéptico y poco formado. Pero aún así, los vendemisterios que viven de esto saben, pícaramente, desconectarse de los mitos derrumbados. Es decir, en sus publicaciones y programas, ya no abordan esos “misterios” que el Conocimiento y la Ciencia, sin entrar en ellos en detalle, deshacen por la simple aplicación del Método Científico. Es decir, los “grandes” misteriólogos de los grandes medios son capaces de hablarnos del atentado a Carrero Blanco, en vez de perder todo el tiempo hablando de aparatitos que sólo ellos ven y que los “ignorantes” científicos omiten por “torpeza”. Esta tarea de hacer el ridículo la dejan ya para los que hacen “este trabajo” gratis, sin cobrar.
Viene a cuento toda esta parrafada porque este fin de semana, entre lo que he podido leer, ver y oír zapeando, he tenido la ocasión de comprobar cómo abundan por muchas ciudades los pequeños medios en los que se sigue hablando de “la pila de Bagdad” , “la máquina de Antikitera” , «la cámara kirlian», “las calaveras de cristal” o de “los dogon” . Y todo por gente que todavía no se ha enterado de que el hombre ya ha puesto el pie en la Luna. ¡Ahora descubren los mitos modernos ya desentrañados pero siguen mostrando una ignorancia supina! Además, guiados por un “entusiasmo” que podrían dedicar a resolver su vida, viajan a edificios abandonados a grabar psicofonías, o al monte a ver ovnis. Pero la culpa no es del todo suya. La responsabilidad reside en quienes desde lo alto de la pirámide de los vividores los animan a seguir perdiendo el tiempo. Y si lo pierden a gusto, no seré yo quien reproche nada. Ahora bien, es curiosa la gran cifra de indocumentados que circula por los múltiples medios, no resolviendo misterios, porque no saben, sino intentando convertir, voluntaria o involuntariamente, a la gente en una manada de pazguatos, a prepararles el mercado (sin cobrar) a los que cobran y viven muy bien del “misterio”. ¡Con lo bonita que es la Ciencia!
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