Se cumplen diez años en Marruecos de la llegada al trono alauí de Mohamed VI tras la muerte de su padre Hassan II. La libertad sigue brillando por su ausencia, y Alá sigue manteniendo a los países que le rinden pleitesía en la Edad Media.
Qué lejos quedan los tiempos en los que una noche, en París, pude ver al entonces príncipe (hoy rey) queriendo entrar en una discoteca y los porteros le impidieron la entrada a él y a sus “guardaespaldas”. En vaqueros y no muy sereno, parecía hasta una persona normal, pero vestido de … somete a su pueblo a base de religión e hipocresía. Feliz aniversario, majestad, a ver si algún día llega también la felicidad a sus conciudadanos, y se acaban las monarquías del mundo.
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Yo también me hubiera quedado a esperar a ver que pasaba, ya lo creo !!!!
Y, sí, sí !!! A ver si se terminan todas las monarquias, empezando por la de este país, que son «taitantos» y seguirán pariendo.
Y lo que nos cuesta mantenerles para que se den la vida padre, con un montón de vacaciones al año de lujo y pagadas, mientras que el obrero tiene que salir a la sombra de una alameda a veranear, que lo empleen en lo verdaderamente necesario para que mejoremos todos, que a mí no me hace falta que me represente ningún rey, que una es muy sencilla.
Un abrazo
NOTA DEL BLOGMASTER:
No es cuestión de «coste» (que también) sino de conciencia. En el siglo XXI, la monarquía es un anacronismo. Una democracia moderna ha de poder elegir a su máximo representante.
Al menos podríamos exigirles (nuestro parlamento podría) que cumplan con las «normas» de la monarquía y se casen entre individuos de «sangre azul», no con quien quieran (cual es el caso de nuestro heredero). Y no porque Leticia me caiga mal, sino porque si, además de rey, puedes hacer lo que quieras…¡coño, yo también quiero ser rey! jejeje. Si te casas con quien quieras (como yo), ¡renuncia al trono!
Lo dicho, un anacronismo histórico tan enquistado como la propia religión. 🙂
Otro abrazo.
Por eso, seguro que le echaron algo al pobrecillo. Si es que ya nos lo decían nuestras madres: ¡Cuidado en las discotecas que la gente echa cosas en las bebidas! Jejeje.
Por cierto, el pie de foto no tiene precio. Has estado sembrado ahí…
Un abrazo, tío
NOTA DEL BLOGMASTER:
Viniendo de ti me pongo «colorao» 🙂
Luego seguro que alguien dirá que las religiones no son perjudiciales, que no hacen daño a nadie y que hay que respetar todas sus manifestaciones. Si es que, en el fondo, los intolerantes somos los demás, Siesp, que nos ponemos de parte del Mal.
Por curiosidad, ¿por qué no le dejaron entrar en la discoteca? ¿Por montar un numerito o porque le echaron algo en la bebida y le sentó mal?
Abrazos!
NOTA DEL BLOGMASTER:
Tengo entendido que los practicantes del islam no beben alcohol. Bueno, los guardias de la discoteca no le permitieron la entrada porque el título de príncipe, con unas copitas de más, no valía para entrar allí. Jejeje. Te aseguro que yo tardé en entrar esperando a ver qué pasaba con el tema, jejeje. Al final, sus guardaespaldas se lo llevaron.
Abrazos.