Ponerse enfermo en el “rancho” de Esperanza Aguirre es sacar un boleto hacia la muerte. Así de sencillo. La culta presidenta de la Comunidad de Madrid (admiradora de la escritora Sara Mago) está privatizando la sanidad madrileña para convertirla en un negocio, dejando la sanidad pública para que los pobres puedan morirse en paz.
Rayan, el hijo de la primera víctima de gripe A en España, ha muerto en el Hospital Gregorio Marañón, donde se encontraba ingresado. El niño, que nació por cesárea en la semana 28 de gestación, no se infectó de gripe A, a pesar de que sí padeció esta enfermedad su madre, Dalila. Después de comunicar su muerte, el Gregorio Marañón ha admitido que el bebé ha muerto por un «error profesional» al serle administrada la alimentación por vena en vez de por la sonda nasogástrica. El hospital, que ha calificado de «terrorífico error» lo sucedido, asume todo tipo de responsabilidades y dice que «no hay excusas»
El director gerente del Hospital Gregorio Marañón, Antonio Barba, que ha calificado de «terrorífico error» lo sucedido, asume todo tipo de responsabilidades y dice que «no hay excusas», aunque señala que el fallo fue cometido por «personal de enfermería» que se equivocó de vía de administración. «No ha habido fallo en la medicación», ha indicado.
El error se produjo a las 21 horas de anoche cuando el bebé tenía que recibir por vía nasal la alimentación láctea para prematuros, pero el personal se lo administró por vía parental. Los facultativos se dieron cuenta a las 22:10 horas, pero ya era tarde. «Ese modo de administración es incompatible» con la vida, puesto que los prematuros no tiene «capacidad de asimilación» porque sus órganos son muy pequeños y poco desarrollados, ha explicado Barba. (Leer MAS)
Al final pagaremos todos, de nuestros impuestos, la indemnización que tendría que pagar Esperanza Aguirre y Gil de Biedma (de los Gil de Biedma de toda la vida), y yo lo haría gustoso si las responsabilidades penales llevaran, no a los médicos, sino a este cáncer político que gobierna Madrid a la cárcel. Pero la derecha de este país es inmune a la sinvergonzonería: cuanto más sinvergüenzas, más los vota la gente (por la ley de Radagast del 80 por 100)
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