El sujeto que ostenta la categoría de Arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, es una “perla”. Como representante de un estado teocrático, a la vez que paraíso fiscal, como es El Vaticano, está sujeto a crítica, pero no a respeto. ¡Porque él no respeta a los demás!
La joya en cuestión, sentado en el banquillo por multitud de “faltas”, condenado en un principio y absuelto después porque las acusaciones ya habían prescrito, se permite seguir dando lecciones de moralidad a la sociedad. Este xenófobo y misógino personaje necesitó de la defensa de otra “joya” como es el portacoz de la Conferencia Episcopal, Martínez Camino, diciendo que las decisiones judiciales no deberían afectarles puesto que los jueces no deben gobernar la Iglesia. (Claro, si un cura es un delincuente, que lo juzgue Dios, pero si una mujer aborta, que vaya a la cárcel).
Pues al sujeto de la foto, entre tanto titular de prensa, bien por sus fechorías, bien por sublevar a las masas contra la legislación española, no se le ocurre otra cosa que insistir en que el preservativo propaga el SIDA (literal) ¡qué barbaridad!, o que “a cualquier cosa llaman matrimonio” (porque es estéril, en referencia a los gays). El “bicho” en cuestión no se plantea que a cualquier cosa llaman “padre”. Con gente así a la Iglesia le queda en este mundo el tiempo que tarden sus fieles en abrir los ojos.
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