Éste es un artículo del Profesor de Psicología Cognitiva de la Universidad de La Laguna, Carlos J. Álvarez:
[…] En Uganda, más de 500 personas murieron en un suicidio colectivo relacionado con una secta apocalíptica llamada Restauración de los Diez Mandamientos, aunque la cuestión del suicido no está del todo clara. […] 39 personas, miembros de la secta ufológica Heaven’s Gate, se suicidaron colectivamente en San Diego hace unos años. […] Cuando nos enfrentamos a este tipo de sucesos no podemos evitar preguntarnos qué lleva a determinadas personas a aceptar planteamientos tan irracionales y destructivos como las creencias sectarias. […] Me refiero al mundo del esoterismo, de la parapsicología, del espiritismo, de las artes adivinatorias, de ciertas medicinas alternativas milagrosas, de las energías cósmicas y telúricas (que nadie ha conseguido medir), de las abducciones por extraterrestres, de la astrología…
Todas estas ideologías tienen mucho en común con los planteamientos sectarios: utilizan las debilidades y la credulidad humanas para ganar adeptos (y también dinero, en muchos casos); sus defensores no soportan la crítica y/o los argumentos o pruebas que las rebaten (el método científico y la razón suelen ser sus principales enemigos); se basan en dogmas que no pueden ponerse en duda y por tanto a los escépticos se les considera el enemigo. Es cierto que algunas de estas creencias no conllevan el grado de peligrosidad de las sectas destructivas pero tampoco son inocuas. Hay personas que han muerto de, por ejemplo, cáncer creyendo haber sido curadas por curanderos psíquicos y/o religiosos. La creencia sin un ápice de crítica en OVNIs y abducciones puede degenerar en sectas ufológicas como las mencionadas. El negocio que hay detrás de adivinos, videntes y tarotistas es ingente, y son muchas las personas que ponen su vida, su futuro y su responsabilidad en manos de estos estafadores.
Hace una semana, una señora llamó a una de las tantas echadoras de cartas de nuestras televisiones locales, y le preguntó por el resultado de una biopsia que le entregaban el día siguiente, debido a un bulto que tenía en un pecho. La respuesta de la tarotista fue: «no te preocupes, que por lo que veo yo aquí (mirando las cartas de tarot que tenía delante) no es nada malo». ¿Cabe alguna duda sobre la peligrosidad de este tipo de actividades? Si son capaces de hacer estos comentarios en público, ¿qué no serán capaces de hacer en sus consultas privadas?
Estamos en la época del «todo vale», del «todo es respetable». Hoy en día ser racional y crítico está mal visto. Estamos asistiendo a un retroceso de los ideales de la Ilustración que dieron lugar al método científico, que pusieron en tela de juicio los dogmas y el criterio de autoridad y que, desde mi punto de vista, hicieron que nuestra civilización fuera un poco más libre, justa y humana. Dos de los pilares de la ciencia y del pensamiento ilustrado los constituyen la razón y el escepticismo. Desde este punto de vista no toda idea es respetable. La mayoría de nosotros estaremos de acuerdo en que el racismo, el fundamentalismo, la explotación del ser humano y los planteamientos sectarios no son respetables porque van contra la dignidad humana y no existen razones lógicas, éticas, racionales y/o científicas que las sustenten. Pues bien, por las mismas razones pienso que la mayor parte de las creencias de las que hablamos no se pueden sostener a la luz de esos criterios de racionalidad.
Ciertas teorías, como la mayor parte de las esotéricas y paranormales, se basan en hechos que supuestamente ocurren en la realidad, en nuestro mundo y no en un más allá inobservable. Tal es el caso de la telepatía, de la astrología, etc. Desde este punto de vista, estos fenómenos deberían poder comprobarse desde el método científico, algo que no ha ocurrido. Lo normal es encontrar explicaciones terrenales y mundanas que dan cuenta de ellos. Cada ser humano debe ser libre para creer en lo que quiera, pero no renunciemos al espíritu crítico, a poner en tela de juicio los sistemas de creencias que nos venden. El escepticismo, la duda y la razón nos salvaguardan de la irracionalidad que puede ser destructiva. Y además también creo que nos hacen un poquito más libres.
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