Hace poco publicaba la entrada de una “señora” que consideraba la homosexualidad como una enfermedad. Por suerte mis lectores no son de su misma opinión y juntos pudimos sacar la conclusión de que a esa “señora” le hacía falta una media docena de Gang bangs.
Por el mundo va pululando, como el propio chotacabras, otro tema muy parecido e igualmente universal: el racismo. El otro día estuve hablando con una antigua amiga y, a mi pregunta de por qué era racista, me respondió “porque sí”
Las causas del racismo darían para un trabajo enciclopédico, siendo un mal común en todas las culturas, aunque más acentuado en unas que en otras.
Como ejemplo tenemos el trato que algunos pueblos de África conceden a los africanos albinos. Pero el racismo por excelencia lo tenemos en “occidente” cuando de la raza negra se trata. La cuestión no radica en el color de la piel sino en “el diferente”. Si de la piel se tratase, tengo amigos blancos con color de piel más oscura que la de Obama. Sin embargo, algún vecino mío se alarma cuando ve a un inmigrante ebrio, tratándolo con desprecio, ese que no aplica a su hijo cuando roba en las casas de al lado. Que nuestros amigos colombianos, nigerianos, peruanos, senegaleses, mexicanos, ecuatorianos, etc., sepan que en España hay descerebrados como los hay en todas partes, pero la inmensa mayoría, como la de todos los pueblos del planeta es buena gente. Y aquí, como allá, el único odio que se siembra procede de los púlpitos, desde esos profesionales de la religión que darían asco a los ojos de cualquier tipo de dios.
Las cosas derivan hacia el lado de “la diferencia” (blancos, negros, homosexuales, creyentes, ateos…) y sólo entendiéndose a sí mismo podrá uno comprender a los demás.
Estamos en el siglo XXI, año 2009 y las ideas del hombre cavernícola aun afloran en muchos cerebros. Algunos de ellos comen de la seguridad social pero otros ocupan puestos relevantes, incluso dentro de la política o de la iglesia. Hay que acabar con ellos, aislarlos, por un mundo mejor, ¿por qué?, quizá con el único argumento que pueden entender: ¡porque sí!
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Misterios al descubierto 