Eugenio Pacelli era un hombre, que se sepa, en plenitud de facultades. Generó sus espermatozoides en sus órganos genitales. Evidentemente, Dios se los concedió para algo. Pero él se negó a transformar en seres humanos a esas células progenitoras. Desde el punto de vista de la Iglesia actual, ese hombre sería un criminal, por desperdiciar tanto prototipo de ser humano, por condenar a muerte a sus espermatozoides sin darles la oportunidad de realizarse. Pero si Eugenio Pacelli fue un criminal, lo sería por su permisividad con los nazis, no por “experimentar” y “arruinar” sus células reproductivas. Este hombre fue nombrado Papa: Pío XII.
Ahora la Iglesia, como “máxima autoridad en Biología”, ha decidido que la vida no está en la sangre, como indica su libro sagrado (Lev 17, 11), sino donde ella diga. Y lo asqueroso es que no se remonta al origen biológico, sino al “origen dentro de la mujer”, como buenos misóginos que han sido siempre. Un cura sabe que el embarazo acaba dando la cara a los 9 meses, por eso deciden follar niños, que ellos no se quedan preñados.
Pero la Iglesia, como buen partido político de extrema derecha, saca a la calle un debate que se cerró hace 20 años: “aborto sí, aborto no”. Para los cortos de mente, aclararé que este debate no lo ha sacado el gobierno actual puesto que la comisión de expertos que ha emitido el informe para la reforma de la ley del aborto estaba formada por personas que ya asumieron y zanjaron ese debate. No se trataba de reabrirlo, sino de ajustarlo a la realidad actual. Esa es la diferencia. La Iglesia no salió a la calle contra el gobierno anterior (con la misma ley que hay ahora) porque su hipocresía les llevaba a estar calladitos ante quienes iban a ponernos a todos bajo el yugo de la doctrina de la fe, de la caridad y de la esperanza (Gil de “Viedma”).
Esta Iglesia paga una campaña con carteles en muchas ciudades con un sello encima de un lince que pone “lince protegido”. Pero en ese cártel (con acento) “cometieron dos errores”. Uno que el niño que aparece no es lo que la ley del aborto vigente con los diversos gobiernos está suprimiendo, sino células con el mismo derecho a la vida que tienen las que los obispos portan en su escroto, y por las que pretenden criminalizar a las mujeres y beatificar a los hombres, aplicando el rasero de su capricho. El segundo error es que el lince de la foto es un lince euroasiático, sin peligro de extinción, como sí lo está el lince ibérico, del que hemos de congratularnos que hoy hayan nacido otros tres ejemplares en cautividad.
Los próximos especimenes humanos que nazcan para ser curas condenarán sus células reproductoras a la extinción, y no protestarán contra sí mismos, solamente contra el cuerpo de la mujer. Para esta especie (los curas), yo no movería un dedo el día que me comunicaran que está en peligro de extinción. Cosa que ya sucede, afortunadamente para la humanidad. El cambio climático y la beligerancia de los curas y sus adláteres son los dos grandes problemas de hoy en día.
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