La tan denostada, por méritos propios, Iglesia Católica no tiene ni idea de lo que dice cuando habla de temas biológicos (tampoco cuando lo hace de otras materias, pero hoy hablo de algo específico).
Ahora se ha conocido el levantamiento del veto por parte del presidente Obama que impedía la investigación con fondos federales sobre las células madre embrionarias. El gran prejuicio de los fanáticos religiosos es que se “juega” con vidas humanas, hablando como si fueran científicos pero, aún en el caso de esgrimir sus convicciones morales basadas en la Biblia (como si la Biblia fuera un ejemplo de moralidad), y alegando que en ésta se halla “todo el conocimiento” (científico, moral, etc.), se olvidan, con mala fe, de lo que dice su libro sagrado en el Levítico, capítulo 17, versículo 11: “la vida está en la sangre”. ¿Y cuándo empieza a existir la sangre en un embrión humano? Desde luego no es en los primeros días.
Miguel Ángel Sabadell escribió, en la revista Muy Interesante y en su propio blog La ciencia de tu vida, un corto pero esclarecedor artículo titulado “¿Sin célula de identidad?” (Léanlo AQUI, es breve y se aprende bastante). Al final del artículo dice lo siguiente: Déjeme que le proponga un experimento mental. Imagine que tiene que tomar una horrible decisión. Un misil nuclear va a caer sobre España y debe decidir entre dos objetivos: una ciudad de un millón de habitantes y un pueblo abandonado donde vive una única persona. ¿Qué haría?
Ahora imagine que entra en un hospital en llamas y solo tiene una oportunidad para salvar a alguien. En una habitación hay una mujer y un recipiente con un millón de embriones congelados. ¿Haría la misma elección que en el caso anterior? Quizá todos seamos seres humanos, pero unos lo son más que otros.
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