Alberto Fernández, en su blog Cerebros no lavados, publicó el pasado 20 de noviembre un post muy interesante, que tituló “Tan abiertos de mente, que se les va a caer el cerebro”. Yo me he permitido hacerles aquí un resumen, previa autorización. (Pueden verlo completo en el enlace anterior).
“Todos los que nos juntamos por aquí nos hemos hartado de ver cómo a muchas personas se les ha caído el cerebro de tan abiertos de mente que eran.
Es la frase típica de hoy en día, del new age. Hay que ser abierto de mente.
Creed en medicinas cuánticas, en medicinas holísticas. Creed en que el «menos es mas», y que cuanto menos haya, mas efecto os hará. Creed que el agua podría ser el disco duro del futuro con su memoria del agua, que se transmite incluso por Internet y por teléfono. Creed que si nos agujerean el cuerpo, se nos equilibrarán los chakras, el chi y no sé cuántas energías más. Pero no pidáis pruebas. No hay que exigir evidencias. Debéis ser abiertos de mente.
Creed en apariciones fantasmales. Seres de «energía» (de estoy hay que hablar algún día). Seres del mas allá. Seres a los que se les ha quedado algo por hacer. Pero no pidáis pruebas. Seres que arrastran cadenas, que se divierten. Seres que responden en una tabla de madera de las de cortar el queso. Seres que susurran cosas y se pueden interpretar de cualquier manera. No hay que exigir evidencias. Debéis ser abiertos de mente, aun más.
Creed en que cualquiera tiene potencial para doblar cucharas con el poder de la mente. Para adivinar el futuro. Creed que tirando espinas de pescado conoceréis vuestro devenir. Creed que se puede buscar agua doblando una simple varita de madera. Pero no pidáis pruebas. No hay que exigir evidencias. De nuevo, toca abrir la mente un poco más.
Creed en que los astros, astros que quizás ya no estén donde parece que están, que controlan vuestras insignificantes vidas, en las cartas astrales, en la vida que inevitablemente deben compartir unos gemelos nacidos bajo el mismo signo (si uno llega a los 80 años, el otro también. Si uno muere atropellado, el otro también). Creed en que el destino esta escrito, y cruzad una autopista el día de Navidad con los ojos vendados y a pata coja. Total, es el destino y esta escrito en los astros. Pero no pidáis pruebas. No hay que exigir evidencia alguna. Acabe de separarse un poco más todas las partes de su cerebro. Así, muy bien. Cada vez más abierto.
Crea en hombres omnipresentes y omnipotentes. Que escuchan a cada instante lo que decimos todos y cada uno de los habitantes del planeta. Crea que si muere por Ala tendrá 72 vírgenes en el paraíso. O que el hombre no desciende de un antepasado común con el mono. Crea que alguna mujer puede quedar embarazada por gracia divina (¿Fue José, el primer demonio de la historia? Su mujer al menos, le puso los cuernos con un tal Dios, así que eso al menos, ya lo tenía…). Pero no pida pruebas. No hay que exigir evidencias. Solamente es necesario abrir la mente todo lo que se pueda.
¿Después de tanto abrirla y creer en todas estas cosas, en qué se diferencia creer en la astrología, las terapias alternativas, los videntes, la parapsicología o la religión, a creer en hadas, gnomos y dragones?
Sin embargo, muchos pagan por la homeopatía, la astrología, los videntes, la medicina cuántica, o por la religión incluso. Pero pocos pagarían por bailar con un hada o escuchar los consejos de un gnomo”.
Alberto Fernández ha hecho una fantástica adaptación del genial relato de Carl Sagan “Un dragón en el garaje”. Yo ya lo mencioné aquí en el post El dragón del lago Ness. La clave radica en la carga de la prueba. Es increíble conocer personas capaces de creer en todo lo “maravilloso” y no aceptar los criterios científicos, esos que les permiten decir sus barbaridades con el empleo de la Ciencia, la que pone a su disposición las investigaciones que llevaron a inventar la imprenta, la radio y la televisión, medios por los que pregonan a todo el mundo su ignorancia.
La capa osmótica que filtra el conocimiento hacia nuestra mente es el escepticismo.
Debemos tener la mente abierta, para que nos entre el conocimiento, para que nos entre esa verdad que los hinbestigadores dicen que “está ahí afuera” y no dejan que les entre dentro. Debemos tener la mente abierta, pero con el cuidado suficiente, con el escepticismo suficiente para que el cerebro no se nos caiga al suelo.
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