Las estrellas con sistemas planetarios ricos en carbono tienen que haberse formado a partir de los 8.000 millones de años del Big Bang, que es la fecha en la que se produce en todo el universo la denominada “expansión del carbono”. (Alguien puede alegar que podría haber vida basada en el silicio u otros elementos, pero la secuencia temporal no variaría. Aunque si tenemos en cuenta que el carbono es abundante aquí y en todos sitios en la misma proporción, sería lógico pensar en vida orgánica, en lo que cinematográficamente se denominaron “unidades de carbono”). Y démosle a las nubes de gas ricas en carbono al menos 1.000 millones de años para concentrase.
Así que, ajustando las secuencias de tiempo, nuestro Sol es una estrella que lleva 5.000 millones de años brillando (se le calcula una vida de otros 5.000 millones de años más en el futuro). Pero, más o menos, esa sería la fecha en la que otras estrellas susceptibles de albergar vida se tienen que haber formado. Podría ocurrir, incluso, que hubiese miles de civilizaciones extraterrestres pero que fuéramos nosotros los más adelantados puesto que nos ajustamos bastante a la secuencia temporal óptima.
Y ahora vamos a analizar qué acontecimientos han llevado a la especie humana a la inteligencia dentro de nuestro sistema solar, por si esos acontecimientos pueden ser repetidos en otros sistemas estelares.
La vida en la Tierra existe desde hace miles de millones de años, pero la vida inteligente, en esa escala, sólo está en vigor los últimos “cuatro días”. De manera que, en un sistema como el solar, que cumple ajustadamente las secuencias de evolución cósmica, la vida inteligente emerge muy al final del período de los 14.000 millones de años. Aún así, ha tenido que darse la “casualidad” de un meteorito que extinguiera a los dinosaurios para dar paso a los mamíferos. Darse la “casualidad” de tener un satélite (la Luna) desproporcionadamente grande para que sirva de regulador climático; sin ella no habría vida inteligente en la Tierra. También tiene que darse la “casualidad” de un planeta a la distancia adecuada de la estrella para que el agua se pueda encontrar en los tres estados (sólido, líquido y gaseoso). Hay más casualidades, pero con esas hay bastante para lo que intentamos dilucidar.
Visto todo lo anterior, nada sugiere que pueda haber una civilización extraterrestre. Otra cosa es que pudiera haber algún planeta (todavía desconocido) con algún tipo de vida primitiva, pero estadísticamente es extremadamente improbable que haya llegado a un desarrollo tecnológico. Lo cual no cuadra con la cantidad de avistamientos ovnis, de todo tipo, tamaño, color y tecnológico, que nos encontramos.
Si hemos de razonar, basándonos en los datos, en que es muy difícil que haya otra civilización fuera del sistema solar, muchísimo más difícil ha de ser que haya una multitud de civilizaciones tecnológicas. Pero aún admitiendo este último caso, ¿en qué sería la Tierra tan atractiva para civilizaciones tan avanzadas que las hace pasearse por nuestro planeta a diario?
La frialdad de los datos astronómicos aplasta la idea de vida inteligente extraterrestre, pero aún así… Los científicos siguen buscándola. Tenemos los proyectos de búsqueda (SETI y otros). Lanzamos naves al espacio. Construimos telescopios más sofisticados. Buscamos. ¡Y ni con todo eso se ha encontrado la menor evidencia!
Y sobre nuestra superficie terrestre los ignorantes siguen viendo y “contactando” esas inteligencias de las que yo sería el primer fan, si existieran.
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