¿Quién no conoce la leyenda del monstruo que presuntamente habita el lago Ness en Escocia? Todo el mundo la conoce y a todo el mundo le sugestiona.
Eso mismo le pasó a Marmaduke Wetherell que creyó ver al monstruo y localizar huellas de éste, pero en realidad no vio al monstruo ni localizó sus huellas: todo había sido una broma que sus amigos le gastaron.
Por esta razón los periódicos de la época lo ridiculizaron, dejándolo en mal lugar.
Marmaduke quería venganza y planeó un plan. Junto a tres personas más, entre ellas su hijo y un fotógrafo, construiría un monstruo con cuello largo (tal y como dicen los testimonios que lo tiene Nessie), lo metería en el agua sobre una plataforma y le haría unas fotos para posteriormente venderlas a la prensa.
Está claro que, después de lo ocurrido, no le iba a creer nadie, así que dejó que fuera Kenneht Wlson (conocido como el cirujano y que hizo las fotografías) quien diera parte del “descubrimiento”.
Y así de simple es la historia. Pronto la noticia corrió por los medios de tal forma que, a pesar de conocerse la verdadera historia, muchos creen que la “foto del cirujano” es la prueba absoluta de la existencia de Nessie.
Y ahora una historia de Carl Sagan:
“…la magia, recordarlo es importante, es un arte que exige la colaboración entre el artista y su público.”
E. M. BUTLER, El mito del mago (1948)
«En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca.» Supongamos (sigo el método de terapia de grupo del psicólogo Richard Franklin) que yo le hago a usted una aseveración como ésa. A lo mejor le gustaría comprobarlo, verlo usted mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historias de dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!
—Enséñemelo —me dice usted.
Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.
—¿Dónde está el dragón? —me pregunta.
—Oh, está aquí —contesto yo moviendo la mano vagamente—. Me olvidé de decir que es un dragón invisible.
Me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.
—Buena idea —replico—, pero este dragón flota en el aire. Entonces propone usar un sensor infrarrojo para detectar el fuego invisible.
—Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor. Se puede pintar con spray el dragón para hacerlo visible.
—Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría.
Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que usted me propone con una explicación especial de por qué no funcionará. Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un fuego que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón existe? Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspiramos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo le he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo. Lo único que ha aprendido usted de mi insistencia en que hay un dragón en mi garaje es que estoy mal de la cabeza. Se preguntará, si no puede aplicarse ninguna prueba física, qué fue lo que me convenció. La posibilidad de que fuera un sueño o alucinación entraría ciertamente en su pensamiento. Pero entonces ¿por qué hablo tan en serio? A lo mejor necesito ayuda. Como mínimo, puede ser que haya infravalorado la falibilidad humana. Imaginemos que, a pesar de que ninguna de las pruebas ha tenido éxito, usted desea mostrarse escrupulosamente abierto. En consecuencia, no rechaza de inmediato la idea de que haya un dragón que escupe fuego por la boca en mi garaje. Simplemente, la deja en suspenso. La prueba actual está francamente en contra pero, si surge algún nuevo dato, está dispuesto a examinarlo para ver si le convence. Seguramente es poco razonable por mi parte ofenderme porque no me cree; o criticarle por ser un pesado poco imaginativo… simplemente porque usted pronunció el veredicto escocés de «no demostrado».
Imaginemos que las cosas hubieran ido de otro modo. El dragón es invisible, de acuerdo, pero aparecen huellas en la harina cuando usted mira. Su detector de infrarrojos registra algo. La pintura del spray revela una cresta dentada en el aire delante de usted. Por muy escéptico que se pueda ser en cuanto a la existencia de dragones —por no hablar de seres invisibles— ahora debe reconocer que aquí hay algo y que, en principio, es coherente con la idea de un dragón invisible que escupe fuego por la boca. Ahora otro guión: imaginemos que no se trata sólo de mí. Imaginemos que varias personas que usted conoce, incluyendo algunas que está seguro de que no se conocen entre ellas, le dicen que tienen dragones en sus garajes… pero en todos los casos la prueba es enloquecedoramente elusiva. Todos admitimos que nos perturba ser presas de una convicción tan extraña y tan poco sustentada por una prueba física. Ninguno de nosotros es un lunático. Especulamos sobre lo que significaría que hubiera realmente
dragones escondidos en los garajes de todo el mundo y que los humanos acabáramos de enterarnos. Yo preferiría que no fuera verdad, francamente. Pero quizá todos aquellos mitos europeos y chinos antiguos, sobre dragones no eran solamente mitos…
Es gratificante que ahora se informe de algunas huellas de las medidas del dragón en la harina. Pero nunca aparecen cuando hay un escéptico presente. Se plantea una explicación alternativa:
tras un examen atento, parece claro que las huellas podían ser falsificadas. Otro entusiasta del dragón presenta una quemadura en el dedo y la atribuye a una extraña manifestación física del aliento de fuego del dragón. Pero también aquí hay otras posibilidades. Es evidente que hay otras maneras de quemarse los dedos además de recibir el aliento de dragones invisibles. Estas «pruebas», por muy importantes que las consideren los defensores del dragón, son muy poco convincentes. Una vez más, el único enfoque sensato es rechazar provisionalmente la hipótesis del dragón y permanecer abierto a otros datos físicos futuros, y preguntarse cuál puede ser la causa de que tantas personas aparentemente sanas y sobrias compartan la misma extraña ilusión.
La magia requiere la cooperación tácita de la audiencia con el mago: una renuncia al escepticismo o lo que se describe a veces como la suspensión voluntaria de la incredulidad. De ello se deduce inmediatamente que, para penetrar en la magia, para descubrir el truco, debemos dejar de colaborar.
Hey Divide, no olvides que después de ese barrido los seguidores de lo para-anormal argumentaron que existen cavernas submarinas que conectan el lago con el océano y que el monstruo este se pasea cuando quiere por el lago como en su día de campo.
hay que ser imbécil para creer tanta estupidez…
saludos
NOTA DEL BLOGMASTER:
A lo largo de la historia se han inventado fraudes que, aún siendo desmentidos por sus autores, no han conseguido que los imbéciles prefieran vivir en el engaño que conocer la verdad.
En fin, si no hay monstruo es porque está escondido, lo cual consuela a quien cree en él como los niños en los gnomos; no se ven porque se esconden 😛 😛
Saluts.
Si mal no recuerdo este mito logro mover un submarino pequeño y mucha logistica en ese lago y varios hombres rana con sonares y linternas, practicamente barrieron todo el lago buscando al animal ese y no encontraron nada, Vaya que son tontos esa gente.
NOTA DEL BLOGMASTER:
Ten en cuenta que no animal más listo que el que no existe. Con él podemos hacer de todo, y puede esconderse en cualquier parte… ¡porque nunco lo van a «cazar»!
Los tontos son quienes pierden el tiempo con un fraude cuyo autor confesó hace décadas 😛
Saluts.
Ésto es una auténtica «parábola», y no lo que suelen vender como tal.
Me gustaría contar con su permiso para enlazarla en alguno de los medios por los que transito.
Un cordial saludo.
NOTA DEL BLOGMASTER:
Gracias por el halago. Eres libre de divulgarla donde consideres oportuno, siempre citando la fuente.
Obro cordial saludo y vuelve cuando quieras.
me gusta esta istoria sobre el dragon del lago ness
NOTA DEL BLOGMASTER:
Gracias por pasarte por aquí.
Es una grandiosa estupides esta supuesta leyenda mentase a su dragon en donde le quepa si quieren en su mismo orto de mierda gradisos pelotudos.
NOTA DEL WEBMASTER:
Da gusto tratar con inteligencias como la tuya, llena de mierda, a tenor de tu ilustrado comentario. Te lo publico para que quede constancia de la clase de gente que mantiene viva la ignorancia en el mundo. Igual el domingo vas a misa y todo.
Gracias por la felicitación, pero no recuerdo a ningún amigo llamado Vicente. En cualquier caso te contesto que, efectivamente, aclararé los presuntos misterios que aparecen en la composición fotográfica del inicio, aparte de tratar otros muchos de los clásicos (que, por cierto, hoy ya casi ninguna de las autodenominadas revistas del misterio trata, y que ya rara vez se habla de ellos en programas de radio y televisión), como puede ser la cámara kirlian, la pila de Bagdad, etc. ¿Y sabes por qué ya no se tratan en grandes medios de comunicación nacional y sólo habla de ellos algún «inbestigador» pueblerino? porque, habiendo hecho tantas veces el ridículo por su ignorancia en temas de física, electromagnetismo, etc., ahora han derivado a tratar asuntos del tipo «investigación en iglesias», «presuntas grabaciones en monasterios», «visitar pueblos abandonados»… son casos que aparentan lo que los «misteriólogos» (como tú dices) llaman «hacer un trabajo de campo», pero que en realidad es «no hacer nada», puesto que jamás llegan a ninguna conclusión. Ahora entrevistan bien al cura del pueblo o bien al más tonto del lugar. Hacen su «reportaje» y rellenan su artículo o programa. No hay nada más. Mucho bla bla bla, pero cuando intentan manejar algún aparato sofisticado no tienen ni idea de cómo funciona porque no saben de las propiedades y cualidades de la corriente eléctrica, y así se dan casos como el mencionado de la cámara kirlian, el caso emblemático que demuestra la ignorancia en estos temas de electromagnetismo de quien sigue manteniendo este asunto como algo asombroso. La ignorancia es difícil de combatir, y sobre estos asuntos tratará también mi próximo editorial. Un saludo… y ya me aclararás qué Vicente eres.
Carlos Pérez Rueda https://misteriosaldescubierto.wordpress.com
Felicidades por el blog. A este paso vas a dejar sin argumentos razonables a los «misteriólogos». Es una pena que, conociendo todo esto, persistan en su ignrancia. Por cierto… ¿tratarás los que aparecen en la foto de la presentación del blog? Un abrazo de tu amigo Vicente.